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-Dejé de creer. En el amor digo. Me asusté, creí que solo era un estado momentáneo y que al final lo único que hacia era dejar un vacío abismal en el corazón. Odié al amor y al miedo; ese miedo que se aferró a mi como un niño a un caramelo, un miedo casi enfermizo.
-¿Miedo?
-Si, miedo a no poder vivir sin el amor. Miedo a echar de menos siempre, a tener siempre un recuerdo en mente. Miedo a no volver a querer a nadie.
-¿Y ahora qué?
-Ahora ya hace mucho tiempo de todo eso. Ahora creo en un amor menos puro, menos sincero aunque sigue siendo verdadero. Ahora quiero con cuidado. Y me da pena, claro que si... Pero algún día me volveré a desatar y querré como la primera vez, yo lo sé.
-¿Y el miedo?
-Al miedo se le asusta rápido si sonríes muy fuerte.
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