martes, 22 de septiembre de 2009

costumbres.

7:45 de una mañana de octubre. Como cada dia el despertador sonó con fuerza y los ojos se le abrieron como platos. Una mano torpe salió del edredón para apagarlo y tentar así a la suerte de no volverse a dormir. Minutos mas tarde ya estaba debajo de un chorro de agua caliente y vaporosa, como cada mañana el chapmú le entró en los ojos, a esas horas nadie es persona. Al salir escribió como siempre su nombre en el baho del espejo, era una chica de costumbres.
Tenia la costumbre de estrenar cada mañana una nueva sonrisa, la costumbre de llamar a las cosas por su nombre y la irremediable y vieja costumbre de dibujar corazones en un papel mientras hablaba por telefono. Sus pequeñas costumbres la definian. Definian exactamente cada uno de sus rasgos mas característicos. Pero nadie, o casi nadie, se habia parado a mirar.
Esa mañana pasó por delante de un escaparate y como de costumbre se miró en él y se tocó el pelo. Unos pasos mas allà vio una colilla encendida, la pisó con fuerza. Costumbres de toda una vida. Y acostumbrada a reir, a soñar despierta, a darle oportunidades a la suerte, a gritar, a vencer al miedo...Acostumbrada a eso todo lo demas le daba asco. Acostumbrada a ser del mundo, no podia ser de nadie. Era una chica de costumbres.

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