miércoles, 4 de noviembre de 2009

20:12

Pasan los años despacio y de lo que de verdad me doy cuenta es que los esquemas de tu vida se rompen continuamente. Nada es siempre seguro, ni preciso. Nunca un te quiero es para siempre ni una amistad sólida y forjada como el hierro. Ni yo misma soy igual que hace unos meses. Pretender sacar toda la rábia que llevo dentro es prácticamente imposible. Lo unico que me ayuda son las hojas de papel. Las palabras entrelazadas que me explican y me hacen entender que no todos los seres son racionales. Me pesa el corazón, pero literalmente. Me oprime. Y necesito gritar tan alto que los muros temblarían. Gritaría tan alto que nadie conocería esta parte escondida. Porque nunca grito, nunca hablo. Siempre espero. Espero acciones, reconocimientos, escondo quejas y disfrazo evidencias. Para no doler pero sobre todo para que no me duela. Y en el fondo todo dule igual, o incluso mas. Me iria tan lejos de aqui que ni con el sendero de mis huellas encontrariais mi lugar. Diria tantas cosas que las palabras agotarían sus múltipes significados y se cansarían de oirse las unas a las otras. Borraría mil errores que me han hecho llorar horas, y pondría una flor en el lugar de todos ellos. Una flor de un color alegre y brillante. Al leer estas rayas solo veo verbos en un condicional tan etéreo que es imposible hasta de imaginar. Porque ni gritaré, ni me iré, ni hablaré, ni borraré nada. Solo me sentaré aqui, como cada dia, y le diré al tiempo que pase rapido. Que los años vuelvan a pasar y se me vuelvan a romper los esquemas. Que vuelva el nada a ser seguro y preciso. Que las flores crezcan sobre los errores; una vez mas.

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